jueves, 9 de junio de 2011

Indefinida (u hormigas negras)




Existen palabras que no pueden definirse por su grado de complejidad y abstracción; la palabra silla por ejemplo, resultaría sencillo pronunciarla, en cuanto explicaciones recurriésemos únicamente a alzar la mano para apuntar al mueble puesto en el rincón. Sin embargo, sucede que a veces las palabras son tan independientes del objeto al que definen, para explicarlas no basta con señalar algo a la distancia, ni mucho menos describir el color y aroma, sólo llegar a la leve superficie de su rostro, a leves aproximaciones.
Los conceptos con que se intenta definir una palabra, son a la vez palabras, cuyas aproximaciones caen en palabras compuestas de palabras. No existe pues una barrera que bloquee el concepto con el objeto, en este caso señalar la silla sería una muy buena ayuda. En el caso de la palabra literatura o leer no podemos llegar a concluir, para escaparnos de las explicaciones y conceptos, señalar un libro o algunas letras sueltas; porque lo que encierran en sí estas dos palabras ponderan más allá de un objeto material, y el libro juega un papel importante de la aproximación al lector-autor. Tal cual lo señalan diversos autores, los lectores no aprecian de forma igualitaria el texto escrito, hay diferencias, y por tanto definir la palabra leer no sería más que contar la suscitación de emociones vividas por el lector; cada definición sería personal y diferente.
Julio Cortázar señaló en Rayuela, por tratar de definir la estructura de su obra: “A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros” . Sin duda alguna, un libro es también muchos libros-con o sin una estructura arriesgada como la de Cortázar- y es también dos libros, a su manera del autor y del lector: dos libros que se leen y logran un puente intertextual.
La problemática del no lector viene precisamente del miedo al acercamiento al libro y del miedo al alejamiento del entorno. Una vez observé cómo un niño de siete años se aventuraba en buscar un libro infantil en la biblioteca, mientras que la encargada temía de que el libro se pudiera estropear estaba indecisa en dárselo, sumado a esto que el hermano del niño se expresaba de forma grotesca el leer un libro, diciendo que eso era para tontos. Eso ocurre hoy en día, el pánico pondera más en que se estropee un libro a que no se lea el libro, se da más valor a la forma material que al sujeto que estudia al objeto.
El problema del miedo al libro se da primeramente de forma externa, la sociedad los prohíbe definiéndolos como una pérdida de tiempo, mientras que también el problema se vuelve internamente debido a la exclusión de la sociedad. Otro de los problemas fundamentales externas siguen siendo los profesores que intentan inculcar en sus alumnos la búsqueda de un mensaje absoluto en el libro; tomándolo más como un objeto de estudio preciso del cual, por miedo a perder el tiempo, necesitan sacar algún provecho y conceptualizan la obra como un elemento de búsqueda superficial no como un elemento que sustrae la realidad en una fantasía inmediata.
El mensaje del libro no es uno como se pretende, el mensaje es un conjunto de mensajes que no llegan de inmediato sino más bien se van hilando uno tras otro, a través de la reflexión y la emoción. Los que creen encontrar un mensaje absoluto solo han encontrado parte de un mensaje que tardará en llegar, por tanto no se debe exigir al alumno al encuentro de un único mensaje sino al placer estético que significar querer encontrarlo.
Por ello creo que la forma de acercarse al libro es tener en cuenta que se partirá de un espacio real para desembocar en un espacio mítico y fantástico, que la manera más idónea para saber leer es enfrentarse, al igual que el escritor, de una hoja en blanco a una hoja repleta de hormigas negras.

1 comentario:

  1. Muy interesante tu reflexión, amigo. Si no recuerdo mal no pasas de los 20 años. Lo cual, me sorprende la verdad. A esas edad, los muchachos de ahora gastan horas y horas boludeando por Internet, mientras tú piensas y escribes cosas tan buenas como éstas. En fin.

    Me ha gustado lo de "no se debe exigir al alumno al encuentro de un único mensaje sino al placer estético que significa querer encontrarlo." Excelente reflexión. Te va a gustar mucho leer sobre filosofía.

    Volveré seguido por acá, aunque a veces no comente. Esto último, no debería importarte, la verdad.

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