jueves, 5 de enero de 2012

Sísifo y su piedra: primeras impresiones sobre El libro vacío





A Jaime Velasco Estrada.
Con cariño y gratitud.


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Ese supuesto vacío que guarda el libro de Josefina Vicens, al final de todo, sale diciendo más de lo que su personaje autodiegético se propuso confesar. En realidad El libro vacío está rebosante de una nada que al parecer nada dice, pero es ahí donde el lector encuentra no solamente esa “voz íntima, sino el gran rumor”, reconociendo a su vez la historia y su personaje, y su propia mirada le es devuelta desde los intrincados vericuetos de la diégesis.
-----Borges mencionó alguna vez que el arte no viene a ser sino un espejo. Y quizá es por ello que la temática que Vicens plantea atrapó sin reticencias a los lectores de aquella década de los cincuenta, y año tras año, generación tras generación, su idea ha perdurado y parece estar cada vez más lejos del olvido.
-----La temática que recrea Vicens en su novela es ampliamente conocida y alabada por muchos. Es simple y llana, pero hermana a todo artista o joven en ese afán de llenar con garabatos la blancura del papel, en el desasosiego de sentir que algo falta para llenar un vacío. Es el cierre temporal de inspiración –sea de musa o de oficio- que impide al sujeto proseguir en una tarea sobre la cual creía tener la pericia justa. José García, el personaje principal, no pasa a ser solamente tres personajes a la vez, en los constantes desdoblamientos que sufre en sus monólogos desesperantes, sino que se transforma en una pluralidad de hombres: tú, yo, él, ustedes. Aquellos que no saben cómo terminar un texto, o peor aún como empezarlo.
-----Este personaje, hombre de cincuenta y seis años, se ha dedicado infructuosamente, la mayor parte de su vida, a escribir un libro. Experimenta paralelamente una necesidad desbordante por escribir y un miedo que le impele a no hacerlo. Las páginas de la novela se encuentran llenas de esa fluctuación constante del escritor entre hacer o no hacer, llenas también de sus preocupaciones, sus miedos y sus recuerdos.
-----Así, el lector asiste a la confesión de José García, y se entera sin querer, sin siquiera pretenderlo, de que éste es un hombre casado, padre de dos hijos. Contador de profesión, novel en el terreno de la escritura, familia de clase media con sus preocupaciones comunes: el gasto de casa, las enfermedades, el empleo seguro, la quincena durable. Es un hombre que desde temprana edad ha decidido seguir el camino de la indecisión, quien –según sus propias palabras- la vida colocó en un primer peldaño, del cual no puede pasar.
-----Y en ese mismo peldaño transcurre su vida monótona, rutinaria, de la cual quiere desembarazarse con el libro en puerta que pretende escribir; pero que desafortunadamente no puede ni por los diversos métodos que se plantea. Dueño de dos libretas, escribe en la primera las ideas que le asaltan de improvisto coherentes o no; la segunda espera con su blancura para retener las verdaderas ideas que valen la pena ser leídas.
-----Puesto que José García no es solamente el protagonista de El libro vacío sino también su hacedor, los límites que separan la ficción de la realidad desaparecen. La atmósfera se entrecruza y se confunde, leemos la vida del protagonista a la vez que presenciamos ese proceso escritural que la enuncia. El libro a la vez que se extiende literalmente, página tras página, gana fuerza en profundidad y el lector experimenta claramente que el libro se abre por en medio, se hiende, en cuya oquedad terminan por saltar letras y más letras. El lector experimenta con exquisito asombro, que no lee el libro de Vicens sino el cuaderno de García. Este hecho complicado se logra gracias a la estructura abismada que con suma maestría Vicens ejecuta.
-----La historia verdadera, aquella que García pretende mostrar y el lector leer, va aplazándose, desplazándose, que la más remota posibilidad de que se consiga es enteramente nula. Los hechos escritos un día, son negados en las líneas que le suceden, en ese tono escritural que recuerdan al monologo, el mismo García confiesa no saber si escribe la verdad o la inventa. En estos ambages y excusas, transcurre el tiempo del protagonista quien a la vez que se obstina en no seguir escribiendo termina haciéndolo para llenar ese vacío que le atormenta.
-----Ese primer cuaderno lo define como “una especie de pozo tolerante” donde pone de manifiesto desde su cotidianeidad, hasta sus preocupaciones, todo para llenar ese vacío. La segunda libreta es el verdadero libro vacío, porque allí nada hay, ninguna excusa ni ambages, ni pensamiento frustrado. Gracias al acto catártico que García experimenta en el primer cuaderno es que logra conocerse y delimitarse como persona, páginas más adelante confiesa él mismo que “se hace entonces del negro vacío, un interlocutor”. En ese sentimiento íntimo, el autor se encuentra y se juzga severamente, recuerda y aprehende la realidad, sin saberlo ni notarlo, porque “el niño como el hombre no posee nada más que aquello que inventa”.
-----La otra columna vertebral que soporta la obra la conforma sus variadas reflexiones acerca de la vida, del tiempo en el hogar, de la modernidad misma, así como del duro oficio de la escritura. Sus frases son tan claras y tan apetecibles, que El libro vacío pasa a convertirse en un logrado manual para escritores neófitos. En medio del desasosiego confluyen técnicas, detalles minuciosos, advertencias. Usos adecuados de elementos para la acertada descripción: enseña el uso de los adjetivos en espacios opuestos, la miseria se acentúa sin el uso desmedido de elementos y con pocas decoraciones, a la inversa se tiene un ambiente pomposo y brillante. O bien, cómo circundar de elementos propicios y contundentes que den pie o ilustren aquello que primero se sintió, el roce de la tarde o la caricia de las aguas. O también, el lector se topa con esa renuencia casi obsesiva de no escribir en primera persona –paradójico porque todo el relato transcurre de esa manera- porque al hacerlo se arrastra inevitablemente elementos biográficos, íntimo. De ahí su acertada frase “no usar la voz íntima sino el gran rumor”.
-----Pero con una modestia que hiere, García señala que todo lo que ha expresado no es lo que en verdad quiso decir, sino breves aproximaciones. Sin embargo, esas aproximaciones brillan en esa nada, tenuemente, como estrellas en el espacio. Aquellas descripciones en el acto mismo de la escritura, son las más plausibles, que al borde de él, experimenta: “Mis manos no terminan en los dedos: la vida, la circulación, la sangre, se prolonga hasta el punto de mi pluma”.
-----En ese proceso escritural José García no encuentra paz alguna, ni en la acción ni en la desidia. Igual a aquel personaje que Odiseo encuentra en su visita al Hades, García rueda en interminables preocupaciones aquella piedra que pretende sea la angular para edificar su carrera literaria. En El libro vacío el lector asiste a los relatos o al ejercicio de la escritura del autor pero también encuentra ese acontecer de la elaboración misma. En realidad El libro vacío no es un libro; es solamente la primera libreta donde García se desmorona y reconstruye, aquel pozo bondadoso donde las letras caen, saltan y suenan.


Josefina Vicens (2010).



El libro vacío/Los años falsos,



Fondo de Cultura Económica: México.

1 comentario:

  1. Estimada Luna Azul, permíteme ante todo expresarte mi alegría por tan bella prosa. Alegría y desde luego felicitaciones por tu talento. Me parece, por tu comentario en uno de mis textos y por el actual, que has bebido de los clásicos griegos, mencionaste tu lectura a aristóteles, ahora mencionas a Odiseo y un termino como el hades propio me parece de esta ruta griega, lo cual también me motiva a descubrir más por aquellos hermosos caminos. Además mencionas a Borges, maestro de la literatura clásica. Ya en el propio texto vas haciendo una doble lectura entre el vacío de no escribir, a la vez que es el propio tema de a novela, que pareciera no haber trama, pero la trama se va tejiendo sóla, ó con la maestría de este autor increíble. En fin juegas con una serie de herramientas que hacen tu prosa atractiva, enigmática, con herramientas del suspenso, a la vez que desarrollas un tema existencial y literario. Sencillamente excelente.
    Un abrazo y seguiremos la buena pluma. Te recominedo busques en blog y facebook, sobre todo en blog al jardinero de las nubes, es un escritor prolijo, lleno de msiterio, su propia identidad no está revelada y escribe magistralmente, lo único sí entre sus temas hay una recurrencia a lo que generalmente puede lerse como espeluznante, y poco apto para la sensibilidad emotiva. Aún así en esa prosa tal vez maniática, obsesiva, desgarradora, enfermante hay una pluma ciertamente poética, hay probablemente un escitor escondido sumamente sufriente ó un morbo obsesivo por un tema recurrente.
    Nuevamente mi abrazo, mis felicitaciones y estamos en contacto.

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